Esta película fue nominada al Oscar como mejor
película de animación del 2014. Dicho film está dirigido por el
afamado director de la Tumba de las Luciernagas, Isao Takahata, y nos
presenta una adaptación de un cuento del Japón medieval (“Taketori
Monogatari”/ “El cuento del cortador de bambú”)
con el que consigue crear una atmósfera envolvente gracias a unos
personajes increíblemente dibujados y desarrollados, un juego de
luces-sombras asombrosos y una banda sonora absolutamente perfecta a
cargo de Joe Hisaishi siendo el sonido con el koto del todo sublime
para mí. Además bajo mi perspectiva, la película destila una
fascinación hacia lo otro y lo desconocido que representa lo japonés
en el imaginario occidental y que ha sido clave para su nominación a
los Oscar a pesar de que su recaudación en taquilla está lejos de
lo esperado, no siendo esto un problema para I. Takahata ya que
posiblemente nos encontremos ante su última película y él lo que
ha querido es dar el sello a una carrera pletórica pues el mundo del
cine y de las artes en general deben mucho a este genio y a
H.Miyazaki pues ambos han sido los grandes impulsores del cine de
animación en las últimas décadas.
Con estos mimbres anteriormente mencionados, Isao
Takahata nos relata una bella historia de tintes atemporales de un
cortador de bambú que encuentra una niña extraordinaria a la que
inmediatamente llama Kaguya al darse cuenta que es una bendición de
los dioses. A pesar de la simpleza del relato, que funciona de una
forma magnífica como historia, su lectura se aborda más compleja
pues “El cuento de la princesa Kaguya” apunta a las relaciones
humanas, a las relaciones con la naturaleza y al propio sentido de la
vida —al
existencialismo si se quiere—
junto a una serie de tópicos universales en la literatura y en el
cine como el origen de nuestra protagonista, el locus
amoenus, el
enfrentamiento campo-ciudad, el beatus
ille,
la luna como morada de seres divinos y, al mismo tiempo, con un
fuerte valor escatológico, etc.
Todas las tesis que aparecen en esta producción cinematográfica se
exploran desde el desarrollo de un personaje femenino dotado de
cualidades sobrehumanas en belleza e inteligencia y cuya humilde
aunque imposible aspiración es poder controlar su vida y, al mismo
tiempo, no decepcionar a sus padres adoptivos. Todo ello, hará que
Kaguya poco a poco vaya perdiendo su fuerza vital y sus ganas de
vivir ante un camino que no ha elegido recorrer y que está plagado
de enjambres de hombres que la ambicionan por su única belleza
física. Por tanto, el desarrollo de este personaje será vital pues
actuará como hilo conductor de este film.
La lectura principal que hace la película es en tono pesimista ya
que nos presenta un mundo donde no podemos elegir nuestro destino, no
podemos forjarnos a nosotros mismos pues de eso se encargan las
visicitudes de la sociedad sin ideales que termina por devorar todos
nuestros sueños y deseos. Por este motivo, Kaguya que se encontraba
feliz y tranquila en un lugar natural privado de las miradas
penetrantes de los aristócratas, debe irse a la ciudad ya que en el
pensamiento de su padre no se antojaba otra salida para que su hija
adoptiva pudiera vivir y desarrollarse como una princesa. Aquí se
nos presenta el primer gran conflicto que Kaguya ha de enfrentar ya
que su marcha a la ciudad la hará abandonar su casa, el bosque donde
se sentía una más, sus amigos y un muchacho por el que empezaba a
sentir un incipiente amor. La princesa lo aceptará de forma
silenciosa como cuando más tarde empiecen a presentarse distintos
aristócratas a pedir su mano. Nuestro director, como si una metáfora
de la realidad se tratara, nos perfila con tintes ácidos e irónicos
una clase dirigente como una aristocracia privada de valores e
inserta en un sistema vacío que se guía únicamente por las
apariencias. Esto se pone en contradicción frente al campo donde la
gente es más humilde, sus experiencias más vitales y, en
definitiva, son más humanos ya que no han sido corrompidos aún por
la sociedad en la que viven.
Dentro de esta parte donde la aristocracia pretende a la bella
Kaguya, su padre juega un papel esencial ya que su padre, un humilde
cortador de bambú al principio del film, se ve arrastrado por la
sociedad y realiza toda una serie de acciones y decisiones
encaminadas a contentar a su hija y hacerla una auténtica princesa.
Sin embargo, el único resultado que consigue es ir apagando poco a
poco su estrella hasta que, desesperada, desea huir del mundo y
suplica a la luna que venga a por ella ya que no soporta más esta
vida.
El plano final de la película no se puede describir con palabras y
solo el intento de hacerlo se debería considerar sacrílego ya que
es sin duda uno de los mejores planos que yo he visto en una película
y que, junto a una magnífica banda sonora, pasará a la historia del
cine pues tiene la pinta de que, tarde o temprano, se convertirá en
una película de referencia en su género como ya se ha convertido su
obra “La tumba de las luciernagas”.
En definitiva, y por ir terminando esta reseña, Takahata ha creado
una auténtica obra de arte que explora unos caminos tortuosos con
una gran armonía y lirismo que hace que cuando terminemos de verla
no sepamos muy bien como sentirnos pues la tristeza y melancolía que
expira este film, gracias a su capacidad narrativa, visual, musical y
el mensaje que lanza, está al alcance de muy pocas películas.
El trailer aquí:
José Ángel Castillo Lozano
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