sábado, 7 de diciembre de 2019

El gran dios Pan y el miedo ante lo desconocdo

Desde hace ya un largo tiempo, he sido un gran apasionado de los relatos de terror del genio de Providence. Por esa razón,  me causó un gran interés una antología de cuentos que descubrí casualmente por internet, de cuyo autor, se decía que era una de las fuentes de inspiración de Lovecraft. La antología cayó en mis manos gracias a mi pareja que me la regaló para aliviar mi estancia en el hospital. La edición concreta era la siguiente:

Nacido a finales del S. XIX, en 1863, Arthur Machen fue uno de los principales exponentes de la literatura de ciencia ficción asociada al género del terror. No en vano, influyó de una manera intensa a escritores de la talla de Lovecraft que llegará a reconocer la fuerte influencia de este escritor en algunos de sus relatos como “El horror de Dunwich” y que alabará su producción literaria y sus ideas en  su ensayo “El Horror en la Literatura”. De este modo, este escritor británco será uno de los participantes de ese horror que se alejaba del terror clásico que puebla la fábula de monstruos, fantasmas o asesinos. La singularidad de Machen radicó en abrir la senda de ese tipo de terror que la crítica ha definido como horror “cósmico”. Imágenes ancestrales, seres atávicos, fuerzas primordiales,  dioses primitivos o reconstrucciones oníricas representando mundos abstractos que la mente humana no es capaz ni de concebir ni de soportar, son alguno de los elementos que cualquier lector atento puede encontrar al abrir las páginas de la obra del escritor galés.
Uno de sus relatos más afamados y apreciados por la crítica especializada es “El gran dios Pan” del que S. King llegará a decir que es el mejor relato de terror hecho en lengua inglesa. Dicha obra cuenta con todos los elemento claves de la narrativa típica de ese horror cósmico. Sin embargo, cuando se publicó esta obra en 1894, se consideró una literatura degenerada y repulsiva por su temática y su estilo. Dicha historia se inspira lejanamente en el dios griego Pan pero no como ese dios dionisíaco en el que se había convertido a finales de la Grecia clásica y en la sociedad romana sino como un símbolo del paganismo marginal aún latente en nuestra sociedad, lo que a su vez da sobrada cuenta de esa herencia céltica de la que hace acopio Machen fruto de sus propias vivencias como niño en los terrenos galeses y en las ruinas romanas de la región de Gwent. Sin embargo, el elemento pagano no será entendido como una religión jerarquizada y normativizada, sino como un reflejo de las fuerzas desatadas y destructivas que regían el mundo en un momento previo a que el propio ser humano hiciera acto de presencia e impusiera su propio modo de vida a lo largo del planeta. Por lo tanto, todas esas fuerzas primordiales actúan y siguen presentes en el mundo aunque los ojos de los meros mortales no incidamos en estos acontecimientos puesto que si fuésemos partícipes de estos hechos, nuestras mentes y nuestros cuerpos no serían capaces de soportar tales imágenes. 
La narrativa se articula en torno a ocho capítulos independientes y auto-concluyentes que, finalmente, terminan confluyendo en un final que armoniza y da respuestas a todos los misterios acontecidos durante la historia. De este modo, el nexo que articula esta historia confluye en la acción de ver al dios Pan que es una habilidad que el ser humano ha ido perdiendo a lo largo de los siglos. En cualquier caso, este es el elemento para desarrollar una historia sin fisuras que se articula en torno a hechos inconexos en un principio, que están contados por diferentes personajes y donde el tema principal en el que orbita toda la tesis del relato es el mal. Pero no un mal articulado en torno a una acción o un personaje determinado sino un mal abstracto, desconocido e incapaz de ser explicado dentro de los cauces narrativos u orales de la sociedad humana contemporánea pero que, sin embargo, se nos presenta en la vida ordinaria que impera en las calles londinenses que es el lugar donde se desarrolla gran parte de la acción de la historia. Este recurso es sumamente interesante al mostrarnos una ciudad mundana, actual y desarrollada que, por el contrario, es el sitio donde aún perviven elementos arcaicos que se oponen al mundo de nuestros días. De este modo, lo cotidiano viene a ser así figurado a manera de una máscara superpuesta a realidades de contornos atroces.
En conclusión, y por no extendernos más de lo debido, este relato de Machen ejemplifica ese contraste entre la civilización y lo primordial/salvaje, aquello que habita dentro de toda persona que si nos llega a dominar, nos puede destruir físicamente o mentalmente. Esa dualidad es la que persiste en este relato donde esa Helen Vaughan/Lady Herbert/Lady Beaumont, joven belleza misteriosa, va sembrando la muerte y la locura a su paso hasta el punto de llegar a acarrear una oleada de suicidios que generaría una atmósfera de incertidumbre y duda muy bien reflejada en la historia debido a la influencia de este dios primordial. En definitiva, en “El gran dios Pan”, Machon nos quiere hacer partícipes del enorme peligro en el que nos encontramos a la hora de acceder a unos conocimientos primitivos que devuelven al ser humano a sus raíces más primigenias y caóticas que, en la actualidad, la mente humana es incapaz ni siquiera de concebir lo que le arrastra a la muerte física o, aún peor, al desgarro y a la rotura del alma y del espíritu.

José Ángel Castillo Lozano



miércoles, 13 de noviembre de 2019

Una nueva vuelta a la Historia de España a través de la serie El ministerio del Tiempo




Sinopsis:

Serie de TV (2015-Actualidad). El Ministerio del Tiempo es una institución gubernamental, autónoma y secreta, que depende directamente de Presidencia de Gobierno. Como en los EEUU se guardan los secretos y la llave para un posible ataque nuclear, de presidente a presidente, lo mismo pasa con este ministerio español: sólo reyes, presidentes y un número muy exclusivo de personas saben de él. El paso hacia otras épocas se realiza a través de puertas vigiladas por las Patrullas del Ministerio [nota propia: clara referencia a la literatura de Tim Powers y a R. Heinlein]. Su objetivo es detectar e impedir que cualquier intruso del pasado llegue a nuestro presente -o viceversa- con el fin de utilizar la Historia para su beneficio. Para ello las Patrullas tendrán que viajar al pasado y evitar que lo logren. (FILMAFFINITY)

Comentario crítico:

La premisa es original para el mundo televisivo (y ya ha sido plagiada en EEUU por cierto) y es que, inspirándose en la literatura de Tim Powers, R. Heinlein y P. K. Dick,  todo parte de un ministerio secreto del gobierno español cuya finalidad es preservar la historia, “el tiempo es el que es”, ya que la historia no se puede cambiar ante las imprevisibles paradojas que podrían destruir el mundo tal y como lo conocemos (genial es la distopía sobre qué hubiera pasado si la Armada Invencible hubiese triunfado). Sin embargo, deberán enfrentarse a una agencia que también descubre los viajes en el tiempo y a ciertas complicaciones que ponen en peligro la historia de nuestro país.

Javier Olivares, creador de la serie junto a su hermano Pablo, ya fallecido, apunta como una de las claves de su éxito al género fantástico entrelazado con otro bien asentado en la ficción de la cadena pública, el género histórico. "El transmedia aquí ha encontrado un producto ni que pintado" (ha calado muy fuerte en un sector muy activo en internet), dice el guionista. "Es una serie con una mitología propia, unos personajes bien definidos y, sobre todo, ha encontrado un público español que estaba esperando que se hiciera una serie con otras características, que les tratara de otra forma", añade Olivares.
Además, uno de los puntos fuertes de la serie, es el trio protagonista que forman Julián Martinez /Rodolfo Sancho, Amelia Folch/Aura Garrido y Alonso de Entrerrios/Nacho Fresneda, a este trío se le añadira Pachino/Hugo Silva. Cada uno procede de diferentes épocas de la historia de España, guiándose por los valores de su tiempo. Amelia podríamos decir que es el primer ejemplo de “mujer moderna”. Es una mujer inteligente y con ideas claras a la hora de definir cual quiere que sea su destino. Por eso es nombrada jefa del equipo. Alonso viene del siglo de los tercios de Flandes, de la época del Imperio español. De ahí que le cuesta tanto aceptar las órdenes de su compañera de fatigas aunque termine alabándola tanto. Para terminar tenemos a Julián que procede del siglo XXI. En el se mezclan el realismo y el escepticismo que nos rodea en estos días. Esta variedad de personalidades da lugar a que el espectador se pueda identificar fácilmente con uno de los tres personajes, porque Alonso representa el patriotismo carca, pero también leal y fiel. Amelia lo intelectual y la capacidad de liderazgo, mientras que Julián es la parte emotiva. Más tarde, en la segunda temporada, Pachino será parte de esa España profunda y oscura, y es que el mote que recibe no es casual.

Este es el trío principal pero tenemos tantas referencias y personajes secundarios que se nos hace imposible detallarlos todos aunque, tal vez, por gusto personal, me gustaría incidir en el personaje de Velázquez, si el gran pintor del siglo de oro español que en esta serie está contratado como retratista del ministerio. La psiqué del personaje está, creo yo, calcada a la que tuvo que tener el personaje en la época. Por este motivo, nos deja verdaderas perlas como cuando conoce a Picasso (imagen de arriba) o cuando se encuentra en el Palacio de Aranjuez previo incendio de este donde se perdió gran parte de su obra. En esta última escena que hemos mencionado, el propio pintor español exclamará, en clara alusión a Blade Runner, “todo este arte se perderá, como lágrima en la lluvia”. También, es muy bello el capítulo donde Cervantes se da cuenta de la repercusión de su obra “El Quijote”, algo que le calmará la angustia de haber fracasado en el teatro, angustia que lo iba a llevar al sucidio.

Esto nos incide en otro aspecto clave de la serie que son los múltiples homenajes que realiza al cine, a la literatura y a la cultura en general. Ya hemos hecho referencia al de Blade Runner, pero no es el único, tenemos referencia a películas de culto como “Terminator”, “Regreso al Futuro”, etc. Pero como ya hemos dicho, no solo hay referencias al mundo del séptimo arte (incluyendo series como el Doctor Who o Historias para no dormir del recientemente fallecido Chicho Ibáñez Serrador) sino que las referencias al mundo de la música, como Rosendo, o al del mundo literario como Alatriste o la recreación de personajes como Lope de Vega nos da muestra de lo completa que es y que va a llegar a ser esta serie.

En definitiva, se trata de una serie de actualidad que es brillante y ayuda a revalorizar la historia de España en particular (hechos históricos casi olvidados como “Los últimos de Filipinas” ahora están en boca de todos o revalorizando ciertas figuras históricas como la del Cid) y la de la cultura española (con ciertas “sutilezas” en contra de la clase dirigente del país). Además, admite varios niveles de lectura ya que se trata de una serie de entretenimiento apta para toda la familia, pero al mismo tiempo, también incluye una serie de referencias e ideas que la hacen merecedora de análisis más profundos.

José Ángel Castillo Lozano

viernes, 18 de octubre de 2019

Narciso y Goldmundo. Un bello viaje en torno a la dualidad humana




“No había venido, y Julia tampoco apareció. Así, se le antojaba, había sido toda su vida: despedida, huida, olvido, esperar con las manos vacías y el corazón aterido. Todo el día le persiguió este pensamiento, no hablaba palabra, colgaba en la silla demedejado y sombrío. Narciso no interrumpió su ensimismamiento”

Esta bella novela del autor de, entre otras obras, “El lobo estepario” (Der Steppenwolf, 1927) nos hace reflexionar sobre la propia naturaleza del ser humano. ¿Quiénes somos? ¿Cómo podemos llegar a ver completada nuestra vida?

Todo ello lo realiza a través de una hermosa historia de amistad que empieza en un apartado monasterio cisterciense en Maulbronn (Alemania). En este monasterio, apartado de la cruda vida profana, se encuentran dos jóvenes estudiantes. Por un lado, Narciso, persona con unas profundas inquietudes intelectuales sobre la gramática, el latín, la teología y otros saberes, y, por otra parte, Goldmundo, joven con inquietudes sobre el estudio, pero, sobre todo, por la vida. Estos dos aparentemente dispares alumnos serán capaces de forjar una profunda amistad en el mismo momento en que ambos se den cuenta de la atracción mutua que se tienen. De este modo, ambos irán descubriendo su propia interioridad hasta que Narciso, unos pocos años mayor que su compañero, aconseja a su amigo que abandone un monasterio que le terminará por convertir en un ser desgraciado puesto que él no es un hombre de estudio, no es un erudito, sino que está en una senda muy diferente. Esto es debido a que Goldmundo es un artista, es alguien que debe experimentar la vida en su propia piel puesto que sino jamás se complementará como ser humano. En definitiva, la historia se incardinará en torno al descubrimiento humano y a la conciliación entre dos maneras de entender el mundo: la visión erótico-sensitiva propia del artista (Goldsmundo) y la ideal-espiritual propia del intelectual (Narciso)
El viaje que emprende Narciso para complementarse nos lleva a la segunda gran parte de esta magnífica obra de H. Hesse. El tópico del viaje como recurso literario es una estrategia muy empleada por este gran novelista y así lo hemos visto en sus obras de manera más o menos explícitas como la anteriormente mencionada Die Steppenwolf (1927), su Demian (1919) o su Siddharta (1922). Así, Goldsmundo, hastiado de una vida impuesta por su padre para purgar los pecados de su madre y con el descubrimiento de que el monasterio no podía ser su hogar, se echará a la carretera sin un rumbo fijo, será un viajero sin hogar ni patria, al estilo de J. Wayne en la afamada película Centauros del Desierto donde se explora esa figura del viajero homérico sin patria ni destino. De esta manera, este personaje abandonará el seminario y se convertirá en un vagabundo con el único objetivo de saciar sus sentidos y sus apetencias. Conocerá bellas mujeres, lindas doncellas y gráciles damas que le amarán de distintas maneras, unas apasionadamente, otras con un amor fruto de su experiencia vital y otras hasta de manera platónica. Todo ello le hará encontrar recovecos del conocimiento y le irán complementando en su vida que no será todo lo placentera que se podría imaginar puesto que tendrá que enfrentarse a fuertes problemas que le pondrán al límite y donde tendrá que luchar por su propia vida ya sea por ladrones o por las desgracias originadas por la peste, e incluso, por el propio hambre si bien es cierto que las apetencias materiales jamás se presentarán en las necesidades de nuestro protagonista ni siquiera cuando pudo escalar socialmente y económicamente, si bien parece que una va asociada a la otra en nuestra sociedad, en el gremio de una ciudad donde durante un tiempo sirvió de aprendiz en el taller del maestro Nicolao.
La tercera y última parte del libro concuerda con el reencuentro de los dos amigos tras ser apresado Goldmundo por el marido de una de sus amantes al ser el ya abad Narciso quien consigue interferir para salvar la vida de su antaño gran amigo. El reencuentro terminará con una amplia conversación filosófica entre Narciso y Goldmundo sobre la idea filosófica/intelectual y la vida más terrenal y pasional. Estos dos senderos tan antagónicos en apariencia terminan convergiendo y dándole ese componente polémico, conflictivo y violento, casi sin sentido, que tiene la vida, pero, al mismo tiempo, la paz, lo completa y lo reconfortante que es la vida con el amor. Esa vía que había optado Goldmundo con sus peripecias y aventuras le había servido para complementar aquello que Narciso había conseguido a través de una vida de estudio dedicada a la cultura y al conocimiento sin apenas salir de su monasterio. Los dos se dan cuenta en el momento en que expira la vida de Goldmundo que, en el fondo, habían encontrado la misma idea sobre el sentido de la vida. Diferentes vías que terminan derivando en lo mismo: la futilidad y lo inútil de la vida, pero al mismo tiempo lo bella y reconfortante que resulta recorrer la experiencia vital rodeado de los seres queridos. Por esa razón, Goldmundo muere en paz al lado de la persona que más había admirado y querido en el mundo: su buen amigo Narciso que, a su vez, se ve complementando por y en la vida de peregrinaje de su camarada. Así, nos encontramos en esta obra con las dos dualidades de la naturaleza del género humano. De este modo, gozamos y observamos lo apolíneo y lo dionisiaco que hay en el mundo que termina por confluir en un todo: el ser humano con sus innumerables defectos y sus escasas, pero maravillosas virtudes y es que cómo exclama ya un agonizante Goldmundo al final de la novela: “¿Cómo podrás morirte un día, Narciso, si no tienes Madre? Sin Madre no es posible amar. Sin Madre no es posible morir”.

José Ángel Castillo Lozano