Redención (Tyrannosaur) es una película que dirige Paddy Considine (2013) que nos lleva a explorar
de una forma trágica los rincones más profundos del ser humano,
esos que hacen que muchas veces el apelativo humano carezca de
sentido pues nos convierte en seres ávidos de violencia y cargados
de ira.
La
opera
prima de
este director empieza de una forma del todo descarnada que nos
muestra la tesis de la película. Un hombre de nombre Joseph se deja
apoderar por su ira y, tras una discusión en un bar, mata a su perro
a patadas (escena que no se muestra en pantalla pero que solo la idea
de esto hace conmover hasta el último pedazo de tu alma) no siendo
esta la ultima vez que nuestro protagonista se deja dominar por sus
más bajos instintos y es que el recurso del perro es muy ilustrativo
para rasgar en la personalidad del personaje ya que en ciertos
momentos de la película se ve reflejados en los perros. De esta
forma, durante la película llegará a exclamar “tú
no tienes la culpa amigo”
a otro perro que poco después matará pues el animal ha absorbido la
violencia de su amo y ha atacado a un niño, un alma pura que ni
siquiera puede escapar de la violencia que le rodea y que tarde o
temprano terminará abrazando. Por ende, los perros, al igual que los
niños, se nos muestran como elementos inocentes que pierden esa
inocencia al verse empapados de la violencia en la que viven.
De
esto se trata el film, de la violencia que subyace en el propio ser
humano y es que en Redención
(Tyrannousar)
todo se ve influido por la destrucción entre personajes y en los
mismos personajes en una cinta donde parece que lo sucio empozoña
hasta el último halo de esperanza del espectador y mitiga la propia
alma humana ya que P. Considine se
alza como un director de cine capaz de sobrecoger al espectador desde
una técnica narrativa simple en esencia pero profundamente
desgarradora donde nos presenta (en este film) a dos almas perdidas
que intentan redimirse continuamente pero que el hábitat donde se
encuentran se lo impide pues se hallan en un entorno de máxima
violencia física y emocional para ambas donde la maldad, la
humillación y la difícil redención de estos personajes vuela sobre
el espectador junto a sentimientos de dolor, venganza y amor.
El
film, en consecuencia, dibuja a unos personajes enajenados y
derrotistas que se dejan llevar por este mar de lágrimas que es el
mundo pero a medida que van pasando los minutos del largometraje
vamos observando un cambio, una catársis en el protagonista Joseph.
Una catársis que viene de otra alma errante encarnada en una modesta
dependiente que se refugia en la religión para escapar de su día a
día (aunque esto no le sirva como en la escena donde Hannah, tras
recibir amenazas de una futura paliza, lanza un objeto hacia una
imagen de Cristo espetándole que no la protege “¿y
tú qué miras?”).
Dicha mujer es ultrajada, violada y ninguneada por un marido que de
puertas hacia fuera se muestra como el hombre perfecto. Es en esencia
una figura que no deja salir su rabia, guardándosela, acumulándola,
por el miedo que siente hacia su marido y, que finalmente, estallará
sin control alguno dejándose dominar por sus diablos internos que
proyectará a esa persona que tanto la maltrataba.
Ante esta situación, Joseph y Hannah se encuentran. Son dos almas
solitarias que parecen que encajan desde un principio a pesar de sus
profundas diferencias y gracias al amor/amistad (un recurso literario
universal, el amor como elemento civilizador) que empieza a nacer
entre ellos. Parece que ambos personajes consiguen escapar de sus
sombras para ir retornando a ese camino que se nos ha dado la
oportunidad de hacer porque, aunque no lo parezca, esta producción
cinematográfica lanza un alegato último a la esperanza, una
esperanza que puede llegar incluso hasta el noveno círculo del
infierno que diría Virgilio ayudando a Dante. Un halo de luz que
llega a estas dos personas descarriadas (por distintos motivos)
gracias al cariño, la ternura y el amor que nace entre ellas como
prueban la escenas finales donde Joseph al fin sale de la cárcel (lo
que parece ser una muerte simbólica que da fruto a una nueva vida
equidistante a la anterior que había vivido) y se encuentra con su
ángel de la guarda, Hannah, en una escena donde la cámara va
girando alrededor de Joseph y Hannah que, sin hablar, nos transmiten
la ternura y cariño que sienten el uno por el otro. La película
termina, finalmente, con Joseph, trajeado como si de una nueva
persona se tratara (baste destacar que al principio de la película
se nos muestra desaliñado en contraposición a esta escena final),
alejándose por una carretera recta, rodeada de verde que parece que
lo lleva al Paraíso. Al fin ha encontrado su camino, gracias a
Hannah, y ya no saldrá de él gracias a ese pequeño don que no
consiguió salir de la caja de Pandora y que siempre debemos saber
valorar hasta en nuestros más oscuros momentos, la esperanza.
Para despedirnos os dejamos la magnífica banda sonora que suena al final de esta impactante película: https://www.youtube.com/watch?v=FnPDC0l9vAQ
José Ángel Castillo Lozano
José Ángel Castillo Lozano
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