martes, 6 de agosto de 2013

La desgarradora belleza de Stalker: un camino hacia las profundidades del alma humana

“¿Qué ocurrió entonces?, ¿Cayó un meteorito?, ¿Fue una visita de habitantes del infinito cósmico? Sea de una forma u otra, surgió el mayor de los milagros: La zona”


De esta forma empieza la película Stalker (1979) del director soviético Tarkosvky, última película que realizó en la URSS antes de su exilio y puede que esta Zona sea la curiosa manera de abstracción de este director ante el régimen soviético. Esta película ambientada en un futuro no determinado nos relata las peripecias de un stalker, un hombre normal y corriente, cuyo trabajo se trata de servir de guía ilegal (pues el gobierno prohíbe el paso a la Zona) para aquellos que se adentran en la zona pues ansían llegar a la habitación, lugar dentro de la zona donde tus más secretos y profundos deseos pueden hacerse realidad. Así la película narra el viaje de este Stalker para enseñar este misterioso lugar a dos hombres, un escritor y un profesor de los cuales también desconocemos los nombres, recurso que utiliza el director para que nos identifiquemos y hagamos nuestros a los personajes.

Esta película es, sin lugar a dudas, una maravilla del 7º arte. Esto no quiere decir que sea una película fácil de visualizar, uno debe tener las fuerzas suficientes y cierto bagaje cultural pues nos esperan 163 minutos por delante de puro simbolismo y llenos de alegorías en un ritmo más bien lento, algo por lo que fue atacado nuestro director que se defendió diciendo: "solo me interesan dos espectadores: uno se llama Bresson y el otro Bergman" o "el filme tiene el ritmo que le conviene, así los que se equivocaron de película se dan cuenta enseguida y se van de la sala" ya que también se la tachó de pretenciosa. Por lo tanto, nos encontramos ante una película de culto que todo amante del cine debe ver y que bajo la coartada de la ciencia ficción, oculta un adentramiento a los entresijos más profundos del alma, de la fe y de la religión del hombre contemporáneo, algo que ayuda los continuos diálogos con referencias bíblicas, poéticas y cargados de simbolismos.

Nos encontramos pues ante el Stalker y sus dos acompañantes que se adentrarán en la Zona, en un viaje de descubrimiento interior, hacia la fe que representa la Zona y que nos quiere mostrar su Stalker, esto se consigue de una manera maravillosa con los juegos de luces, pues lo que hay fuera de la Zona es en blanco y negro (ocaso, fin de una civilización) mientras en la Zona se juega con el color, con la idea de utopía y donde el agua tendría un papel primordial como elemento que todo lo cambia y como generador de vida, como paso a otra vida, es decir, como elemento iniciático.

Este grupo sorteará una serie de peligros (pues la Zona se autoprotege) para terminar enfrentándose al mayor de todos que son ellos mismo, su conciencia y su capacidad para creer en algo. De ahí surge una disputa entre los dos clientes y el Stalker acerca de la naturaleza de la habitación, que se trata de un ensayo acerca de la fe (donde el Stalker se muestra como un profeta, un mesías, impactante es su imagen con una corona de espinos que lo iguala a Jesucristo) y de la naturaleza destructiva y ascética del ser humano.

Imagen extraída de: http://blog.sfmoma.org/2009/04/penetrating-the-zone-andrei-tarkovskys-stalker/
Uno de los aspectos que más sorprende del film es la no-evolución de sus personajes o, más bien, como se van encerrando en sí mismos, algo que va en consonancia con el viaje que emprenden pues a medida que se van introduciendo  en la Zona, más afloran sus miedos internos hasta el punto de la disputa que antes mencione donde los dos personajes que acompañan al Stalker no quieren introducirse en la habitación para no saber que desean verdaderamente, pues no creen en nada verdaderamente. Justo lo contrario le sucede al Stalker, él es el más débil, el más vivo y, por tanto el que más sufre. Él como si de Jesucristo se tratara sólo vive para ayudar a los desdichados y a los desesperados a entrar en la Zona aunque su esfuerzo es vacuo pues sus acompañantes no son capaces de enfrentarse a sus demonios internos, demonios que se extienden por toda la humanidad.
Imagen extraída  de: http://www.bandejadeplata.com/criticas-de-cine/stalker-1979/
Para finalizar, vemos como Stalker no es una película para pasar el rato, se trata de una auténtica obra maestra con un mensaje interior muy fuerte y magníficamente representado a lo largo de la película y que para captarlo hace falta verla más de una vez (yo llevo ya dos y aún tengo la sensación de que se me escapan detalles).



Muchas gracias por leer esta entrada.





José Ángel Castillo Lozano.