miércoles, 16 de enero de 2013

Pequeñas reflexiones sobre una genialidad del séptimo arte, Vencedores o Vencidos.


   Ayer vi por primera vez la película Vencedores o Vencidos dirigida por Stanley Kramer en el lejano año 1961 y no dejo aún de asombrarme ante tal obra maestra por lo que me he decido a escribir estas breves líneas con mis primeras impresiones que seguramente no abarquen la totalidad de tal genialidad del séptimo arte pero que me dispongo a compartir con vosotros con la esperanza de que os ayude, os guste y que el día de mañana no repitamos los errores que han venido siempre repitiéndose en la historia de la humanidad.

   La película nos muestra con precisión casi milimétrica como si de un documental se tratará, uno de los juicios de Nuremberg, juicios realizados tras finalizar la 2º Guerra Mundial  a los dirigentes o colaboradores más directos del régimen nazi. Esta película en concreto se basará sobre el juicio que realizará un juez americano, si, fueron los americanos los que juzgaron a estos criminales o “pseudo- criminales” alemanes, acerca del grado de culpabilidad que tuvieron los jueces alemanes en el tristemente célebre exterminio que se llevó a cabo durante los oscuros años del gobierno de Hitler.

   A pesar de que uno pueda pensar lo contrario al observar que se trata de una producción americana, en verdad, la película nos plantea problemas que incluso ahora, 65 años más tarde de los acontecimientos que ahora narra la película, seguimos teniendo a pesar del hipotético avance que hemos sufrido en estos años. Y es que la película nos plantea ácidos temas que hoy en día seguimos viviendo, así nos hace observar hasta qué punto tiene derecho un pueblo extranjero a convertirse en árbitro y director de otro y es que en esta película se nos mostrará como los americanos juzgaran a una nación que había sido vencida por ellos y que ellos ahora se mostraban prestos a juzgarla y a co-dirigirla, esto, ¿está bien éticamente?, de verdad EEUU o cualquiera que sea el país en cuestión tiene derecho a dirigir, a juzgar una nación por los hechos de sus crueles gobernantes.

   En la película se nos muestra una doble cara de la nación alemana, no todo el mundo sabía exactamente hacia donde se dirigía o que hacía su gobierno, incluso, los que lo sabían no se podían negar o se sentían profundamente desolados en lo que se habían convertido  (como se nos muestra en la destrozada figura del juez Ernst Janning) por lo que no hay que tener una visión maniquea, simplista de la Alemania nazi, visión simplista que tiene el Coronel Tad Lawson que llegará a admitir irónicamente que todos los crímenes lo realizarán esquimales, no alemanes ya que el culpará a todos los alemanes. Todo fue fruto de un contexto muy difícil como intentará articular el abogado defensor de los jueces alemanes, el cuál tomará argumentos de peso en su defensa como palabras laudatorias de Churchil a Hitler o como Europa permitió que el Führer se hiciera con el poder, aún más, tras mostrarnos duras escenas de los campos de concentración alemanes, el defensor alemán le dice a Ernst Janning, sin mostrar arrepentimiento alguno, que ellos pueden contraatacar enseñando fotos de Hiroshima, por lo tanto, vemos como una actitud bastante hipócrita por parte de los EEUU. Por lo tanto, antes de juzgar, debemos conocer, no debemos tener una visión simplista, el pueblo alemán no tuvo la culpa, sí sus líderes.

   Otro de los aspectos que más fuertes me pareció de la película fue el concepto de justicia, una justicia que ante todo debe estar desvinculada del poder político imperante para poder ser aplicada correctamente y, valga la redundancia, justamente. Sin embargo, en la película, por una parte se nos presenta una justicia que se vinculó al régimen nacionalsindicalista y, por otra parte, cuando esta dictadura cayó, y parecía que la justicia se libraba del yugo nazi, nos encontramos ante la hipocresía norteamericana, una hipocresía norteamericana que presionará al abogado acusador (si esta terminología se puede aplicar) a que no pida penas muy grandes a los acusados ya que necesitarán del apoyo alemán para frenar a la URSS que ya ha ocupado la Alemania Oriental y es que en los últimos momentos del film se nos empieza a mostrar el tablero de lo que será la Guerra Fría.

    La película termina con un guiño a la esperanza cuando el juez instructor del caso, no dejándose guiar por las presiones externas, dicta sentencia. Más aún, uno de los momentos más fascinantes de la película es cuando Ernst Janning, ese juez atormentado, se muestra como garante de la justicia aún cuando esa justicia le vaya a juzgar y es que al final, este juez acusado y el juez instructor del caso tendrán un diálogo donde el uno se muestra débil, arrepentido y el otro seguro y como un auténtico caballero de la justicia, no en vano la película terminará con una frase lapidatoria:

Erns Janning: Jamás supuse que se fuese a llegar a esto…
Dan Haywood (juez instructor del caso): Se llegó a esto la primera vez que usted condenó a un hombre sabiendo que era inocente.

José Ángel Castillo 

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