La
crisis de valores de la etapa clásica producirá que el pueblo se
cobije en distintas doctrinas de salvación destacando, las doctrinas
post-clásicas y distintos tipos de religiones mistéricas que como
W. Buerkert dice: “son
una forma de religión personal que depende de una decisión privada
y aspira a alguna forma de salvación por la aproximación de lo
divino”.
Esto se reflejará en el nacimiento de la novela como expresión
artística (Hidalgo, 1988: 175).
Este
tipo de novelas, presentan una serie de tópicos que, básicamente,
son los siguientes: una
pareja de jóvenes de
belleza divina y de familia acomodada que se enamoran mutuamente; un
dios que se interesa por ellos y los elige para que se consagren e
inicien en sus sagrados misterios; pero antes de que lleguen a la
unión mística con la divinidad tendrán que realizar un camino
iniciático que les hará dignos de recibir el respaldo de este dios;
el regreso a su país y la consagración de su vida a la plegaria y
culto de esta divinidad (Crespo, 1979: 21). Una serie de tópicos que
en el caso de no ser seguidos, las novelas, corrían el riesgo de
perderse en el inexorable paso del tiempo.
Tras esta pequeña introducción, vamos a pasar a hablar de esta novela tardorromana publicada en la ed. Gredos.
Las
Etiópicas
de Heliodoro, cuya composición es deudora de la Odisea
(Crespo,
1979: 30-31) con recursos como “media
res”
(Hilton, 1998: 79), cumplirán punto por punto los tópicos que aquí
acabo de enumerar y, sutilmente, nos relata la iniciación en la
religión mistérica de Helios donde, bajo la perspectiva de un
espiritualismo platónico-pitagórico, se refleja como el alma cae de
un sitio divino a otro donde soportará el dolor y el sufrimiento
del mundo hasta su muerte. Tras esta, el alma va a una “sorte
migliore”
(Janni, 1987: 10) y es que como dice también Hidalgo (1988: 179) el
alma está en este mundo pero es su deber irse.
Por
ello, los protagonistas de esta novela buscarán regresar a un sitio
ubicado en los confines del mundo y que ofrece toda una serie de
connotaciones de lugar utópico donde el alma podrá reposar fuera de
toda desesperación y sufrimiento que le aguardaba en el mundo
terrenal si se me permite este concepto. Gracias a estas novelas,
podemos conocer de manera más certera, cómo dice P. Grimal, la vida
cotidiana del paganismo, el imaginario presente en las clases
sociales predominantes, y no tanto las de las élites sociales, de
este turbulento periodo, pues las Etiópicas
se
datan entre los S. III y IV d. C.
En
las Etiópicas,
también conocidas como Teágenes
y Cariclea
, nuestro
novelista, nos contará la historia de Cariclea, una muchacha nacida
de la estirpe real etíope y educada bajo la atenta mirada de
Helios-Apolo en Delfos que será reconducida, tras un largo errar y
superando muchas pruebas, a su tierra natal, Etiopía, “la
tierra oscurecida por el sol”
del oráculo. Esta tierra es el lugar protegido del dios Helios y
Selene, patria de la sabiduría divina y donde viven los más justos
de los hombres cuya vida consagran a la nobleza, al bien y a su dios
tutelar y es que no debemos olvidar, que esta novela griega, nos
muestra un viaje y, posterior, rito iniciático en la religión
mistérica de Helios, de origen sirio. El modelo de estos hombres se
parece mucho al de los sabios anacoretas indios y es que, seguramente
nuestro autor, conocía el relato de Onesícrito y realizó una
extrapolación de las características de estos indios a los etiopes
(Janni, 1987: 11).
Durante
el transcurso de las diversas aventuras que tienen Cariclea y su
amante, el “dios supremo” Helios les guiará. He dicho “dios
supremo” porque la construcción de Heliodoro es una mezcla de la
doctrina neoplatónica, con especulaciones platonizantes y con
creencias vetero-pitagóricas (Janni, 1987: 9). En ella, Helios se
muestra como el dios supremo, por debajo suyo, encontraríamos
dioses visibles entre los astros y, tras estos, una esfera de seres
divinos (“di
esseri intermedi demonici”)
que intervienen en el fatum
de los seres humanos. Y es que el cosmos de las religiones está muy
presente en esta obra, ejemplos tenemos varios, así Cariclea se
presenta con todos los atributos de Artemisa; Helios y Selena tendrán
sus equivalentes humanos en Teágenes y Cariclea; Cariclea aparecerá
llorando y abrazando a su amante cuando este ha sido atacado por
piratas como si de Isis abrazándo a Osiris se tratara (imagen que
luego absorberá también la Virgen María); Teágenes aparecerá en
una escena con todos los atributos de Mitra, dios solar como Helios,
etc.
Como ya he dicho
anteriormente, la providencia guía y tutela el viaje de Cariclea y
Teágenes. Esto está presente en muchos pasajes de esta obra pero,
tal vez, los más paradigmáticos al respecto sean el episodio de la
ordalía donde Cariclea es acusada de asesinato y se la condena a
arder en la hoguera, sin embargo, tras realizar unas plegarias
consigue escapar a las llamas (se trata de una ordalía, de un juicio
de los dioses). Otros de los pasajes más claros al respecto son los
del oráculo y los del sueño, en concreto, el cuarto sueño
(Fernández, 2010: 240-241) donde un águila (metáfora de Teágenes)
vuela hacia el destino de esta pareja en los confines de la Tierra,
al país de Etiopía. Otro interesante aspecto, es el que realizan
Cariclea y Teágenes en el que prohíben los sacrificios humanos pues
al dios le molestan y empiezan a realizar plegarias y a utilizar solo
incienso. Así, a partir de ahora, estarán prohibidos los
sacrificios de animales y la ingesta de vino pues ambos, según la
perspectiva shopenhaueriana y nietzscheana
de la violencia como hilo conductor de
la historia que tiene W. Burkert, representarían la carne y la
sangre, una metáfora del sacrificio humano, una ritualización de
éste. Esto lo realizan porque se presentan como instrumentos que la
providencia utiliza para sus intereses.
Resumiendo,
la novela de Heliodoro, de la cual se han vertido ríos de tinta,
manifiesta una extremada elaboración y una tremenda complejidad pues
alterna recursos de la literatura clásica en una época de
transformación, no sólo políticas y económicas, sino en el propio
imaginario. Dejando de lado los aspectos meramente formales, podemos
ver como la novela destila numerosos aspectos religiosos, escapistas
y útopicos, siendo estos dos últimos los que mayormente nos
interesan. El fin último de la odisea que viven los amantes es
regresar a su país natal, algo que Heliodoro nos dice en mitad de la
novela. Este país natal, que es Etiopía, presenta toda una serie de
tópicos propios de un lugar ubicado en los confines del mundo que
cumple las características de un lugar utópico. Vemos pues, como un
lugar común propio de la literatura clásica, se refleja en esta
literatura más tardía bajo unos mismos preceptos y cumpliendo una
función escapista y de crítica a la sociedad vigente. Así,
Etiopía, es un lugar de ancestral sabiduría que lo habitan los más
sabios y justos de los hombres ya que, a su vez, los dioses (en este
caso Helios-Selene) los tutelan y protegen.
José Ángel Castillo Lozano
José Ángel Castillo Lozano
Fuente:
HELIODORO, Las Etiópicas o Teágenes y Cariclea. Ed. Gredos. Madrid.1979.
Bibliografía:
CRESPO
GÜEMES, E. (1979): “Introducción general”, en HELIODORO, Las
Etiópicas o Teágenes y Cariclea.
Ed. Gredos. Madrid. pp. 7-61.
FERNÁNDEZ
GARRIDO, R. (2010): “Los sueños en la novela griega: Heliodoro”
en Emerita,
Revista de Lingüística y Filología Clásica (EM) LXXVIII.
pp. 231-248.
HIDALGO,
M. J. (1988): “Los misterios y la magia en las Etiópicas
de Heliodoro” en Studia
Historica. Historia Antigua 6, pp.
175-188.
HILTON,
J. (1998): “An Ethiopian Paradox: Heliodorus, Aithiopika
4.8” en en
HUNTER, R. L. (ed.), Studies in
Heliodorus,
Cambridge, Cambridge Philological Society, pp. 79-92.
HUNTER,
R. L. (1998): “The Aithiopika
of
Heliodorus: beyond interpretation?”, en HUNTER, R. L. (ed.),
Studies
in Heliodorus,
Cambridge, Cambridge Philological Society, pp. 40-59.
JANNI
P. (1987): Il
romanzo greco. Guida storica e critica. Ed.
Laterza. Roma. pp. 5-26.
1 comentario:
¡Muy bueno!
Publicar un comentario