*Texto publicado originariamente en EL GENIO MALIGNO. REVISTA DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES, ISSN:1988-3927 20, Marzo 2017, pp. 122-123. Página Web y el trabajo en pdf.
Resumen:
En
esta reseña nos proponemos analizar una nueva edición y traducción
de una de las obras
más conocidas del maestro del terror y uno de los padres de la
ciencia ficción: H. P. Lovecraft. De la misma forma, intentaremos
abordar brevemente los temas “lovecraftianos” de esta obra para
ofrecer una visión de conjunto sobre su mundo de ficción.
Palabras
claves: Lovecraft;
Herbert West; Resucitador; terror; ciencia ficción.
“De
Herbert West, amigo mío durante el tiempo de la universidad y
posteriormente,
no puedo hablar sino con extremo terror.
Terror
que no se debe totalmente a la forma siniestra en que
desapareció
recientemente, sino que tuvo origen
en
la naturaleza entera del trabajo de su vida”
Nacido
a finales del S. XIX (concretamente en 1890), H. P. Lovecraft fue uno
de los principales artífices del nacimiento de la literatura de
ciencia ficción vinculada al género del terror, bajo unas
influencias de corte clásico como pudieran ser los seres de corte
mitológico de A. Blackwood o la densidad argumental de Edgar Allan
Poe, autor con el que compartía la obsesión de una tortuosa
existencia. Este terror al que hacemos referencia, se distancia del
terror clásico que puebla la fábula de monstruos, fantasmas o
asesinos. La singularidad de Lovecraft radicó en el hecho de dejar
una huella indeleble en ese terror que la crítica ha definido como
horror “cósmico”. Imágenes sobrenaturales, seres ancestrales o
reconstrucciones oníricas representando mundos abstractos que el ser
humano no es capaz ni de concebir, son algunos de los elementos que
todo lector atento puede encontrar al abrir las páginas de la obra
de Lovecraft. Esa es, por tanto, la herencia del genio de Providence
ha legado al género. Sin embargo, la obra que nos proponemos reseñar
no es participe de este miedo cósmico, si bien es cierto que guarda
muchos lugares comunes de la literatura lovecraftiana. El horror del
que nos hace cómplice esta obra es un horror más terrenal, fruto de
la desviada mente de uno de los personajes que traza con absoluta
genialidad en las líneas de este relato.
Herbert
West: Reanimador
(Herbert
West: Reanimator)1
es un relato de terror en seis capítulos “autoconclusivos”
escritos por H. P. Lovecraft en 1922. En él se explora la
historia de un médico-investigador empeñado en encontrar un elixir
que reviva a la gente, ya que para nuestro protagonista el más allá
no existe. Por ello, el ser humano es solo un conjunto orgánico, de
ahí que sea posible revivir incitándolo. Junto a este
médico-investigador, la novela ofrece la presencia de otro personaje
que actuará como narrador de la historia, al rememorar desde un
futuro estos acontecimientos. Aunque su nombre no sale a relucir en
las líneas de esta obra, poco importa que se trata de un personaje
innominado, pues no es el protagonista ni aspirará a serlo y a pesar
de empezar con entusiasmo la tarea de ayudar a West en sus
experimentos, poco a poco va desconfiando de sus métodos para
conseguir y reanimar seres vivos.
Al
principio, a Herbert West le mueve el puro interés científico, si
bien más adelante se convertirá en blanco morboso y obsesivo para
Herbert West, hasta el punto de articular su vida entera. De este
modo, inicia sus experimentos con animales, pero enseguida considera
que tiene que probarlo en seres humanos para obtener el verdadero
conocimiento. En este punto, Lovecraft ambienta la novela como si se
tratara de Shelley o Stevenson: el científico que se retira a un
lugar alejado para tener un laboratorio clandestino. Trazando otros
vínculos temáticos con otras obras de la tradición literaria, la
resurrección de un muerto recuerda a la memorable historia de
Frankenstein, con la que se conecta a través de una vertiginosa
fuerza narrativa. A medida que avanza el relato, el lector acierta a
vislumbrar la idea del científico obsesionado por un propósito de
naturaleza irreal, para cuya resolución no escatima en romper
cualquier tipo de barrera moral y que incluso exhuma cierta carácter
paródico2
del ancestral conflicto técnica-creador.
La
reputación de nuestro médico protagonista en la Facultad de
Medicina de Arkham -ubicación ciertamente ficticia- fue empeorando
y, durante una epidemia de tifus, Allan Halsey, decano de esta
facultad, muere. Aprovechando su muerte, Herbert West prueba su
elixir en él, en una narración de Lovecraft que no se entretiene en
describir los métodos científicos, pues se otorga total
protagonismo a la naturaleza de ese acto. De acuerdo con la lógica
interna del relato, el resultado no puede ser peor: Allan Halsey se
convierte en un violento caníbal que es encerrado en un
psiquiátrico. No es la primera vez que estos experimentos salen mal
y tampoco será la última, pues muchos de estos monstruos quedarán
vagando por el país hasta que reclamen su lugar al final de la
historia.
Tras
una serie de mudanzas a otras localidades, finalmente Herbert y su
compañero terminan en la Gran Guerra sirviendo como cirujanos,
empresa que amerita la coartada perfecta para que el doctor siga
llevando a cabo sus experimentos ocultos. De entre los pasajes del
relato que impregnan de terror la atmósfera lovecraftiana, uno de
los momentos de mayor tensión dramática -de fuerza horripilante y
repulsión incisiva- tiene lugar cuando Herbert consigue el cadáver
decapitado de un aviador que había sido un pupilo suyo. Lejos de
sentir empatía o tristeza por esta situación, despojado de su
humanidad, emprenderá un siniestro episodio dando vida a una forma
no-humana con la que más tarde tendrá un re-encuentro.
El
último capítulo -o relato, ya que fue una novela estrenada a tomos
en una revista allá por los lejanos años 20 del S. XX-, es quasi
perfecto. El literato de Providence crea una atmósfera envolvente y
oscura en la que encontrará su fin el doctor Herbert West, ya que
las creaciones perdidas que fue dejando por el camino fruto de su
locura, vendrán a reclamarlo a su nuevo hogar ubicado cerca de un
cementerio. La escena acontece en el sótano y de ella será testigo
su colaborador
que al intentar recordarla, no podrá separar lo real de lo ficticio,
fabulado o monstruoso, sumergiéndonos en ese misterio tan del gusto
de Lovecraft. En definitiva, este último acontecimiento de la obra
ofrece una muestra muy perfilada sobre la
eterna rebelión de la creación ante el creador, aquí mostrado como
un abrupto desenlace para hacer estallar esa atmósfera cargada de
fatalismo que rodea a la obra desde su inicio hasta su final.
Resta
decir que nos encontramos ante una obra que si bien no se muestra
clave para descubrir los arquetipos de la literatura lovecraftiana,
perfila esos rasgos que inequívocamente pertenecen a la pluma de
Lovecraft; a saber: ese destino/fatum
del que el ser humano no puede escapar, los peligros de la ciencia y,
vinculado al anterior, los conocimientos prohibidos, siendo en este
caso la enfermiza obsesión por retornar a los muertos a la vida,
atentando contra la propia naturaleza. En síntesis, a través de los
temas que hemos mencionado, se articula una historia que juega de
forma morbosa con los sempiternos motivos de la muerte y del más
allá, sobre el conflicto entre la técnica y el creador de ésta,
todo aderezado con un toque irónico y de humor negro que, a la
postre, ha convertido esta obra -junto con sus adaptaciones
cinematográficas- en todo un icono dentro del género de la ciencia
ficción y el terror enfermizo que se alberga en las profundidades
del ser humano.
1Esta
edición se toma la libertad de cambiarle el título a “El
resucitador”. Debido, a como dicen sus propios editores y
traductores a
"acuerdo entre editores y traductor. Siempre hemos creído
(somos muy lectores de Lovecraft) que en español el asunto central,
con todo lo que encierra cristianamente
esa
palabra, es la resurrección,
y no cabe otra" Recuperado de
http://www.elconfidencial.com/cultura/2014-03-03/espana-se-rinde-al-terrorifico-culto-secreto-de-lovecraft_95165/
(06/01/2016).
2Vertiente
que parece que si toma con mucha más fuerza sus tres
libreadaptaciones cinematográficas: Re-animator
(Stuart Gordon, 1985), Bride
of Re-animator (Brian
Yuzna, 1990) y Beyond
Re-animator (Brian
Yuzna, 2003).
José Ángel Castillo Lozano
Carmen María López López