Cuando la Revolución Cubana
triunfó, los estados de la OEA declararon a Cuba como un estado antidemocrático,
lo que no deja de ser una paradoja pues muchos de los países que votaron la
exclusión de Cuba eran regímenes antidemocráticos promovidos por los EEUU,
enemigos declarados del marxismo.
Inicialmente, el cubano, debía
ser un régimen popular, nacionalista y democrático. Pero acabó siendo un
régimen marxista-leninista seguramente influido por la propia presión de EEUU
ya que este impuso un fuerte bloqueo que hizo que el régimen castrista tuviera
que pendular hacia el mayor enemigo de este, la URSS.
Y es que si algo hay que destacar
de la política exterior cubana es que siempre sabrá moverse entre los distintos
bloques de poder para asegurar su supervivencia creando todo un corpus
político-ideológico (lucha contra el gigante norteamericano, como si de un
David contra Goliat se tratase) que harán de Cuba todo un símbolo internacional
de la izquierda, de hecho, grandes intelectuales de la izquierda europea como
Jean-Paul Sartre viajaron a Cuba.
La alianza cubano-soviética,
creará en el gobierno estadounidense un miedo a una “internacionalización” del
comunismo que le llevará a actuar directamente en los países americanos con la creación
de un corpus ideológico (la Doctrina de Seguridad Nacional) al cual acompañarán
con una intervención directa, con el envió de tropas, apoyo logístico o de
cualquier tipo para evitar que Sudamérica pudiera caer en la esfera del
comunismo, para ello también crearon toda una propaganda anti-cubana que en
unos primeros tiempos tuvo un efecto demoledor.
Cuba, en una primera Declaración
de intenciones, básicamente decía que apoyaría cualquier movimiento
revolucionario del continente, de hecho, creará un departamento para coordinar
a todos los jóvenes revolucionarios, también, es cierto, que en una 2º Declaración
de Intenciones, se dice textualmente: “en
muchos países de América Latina la revolución es hoy inevitable, pero las
revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos”, esto quiere decir que
Cuba no se podía permitir empezar revoluciones. De hecho, cuando o el Che Guevara
marcha a Bolivia a abrir un frente revolucionario, tendrá que dimitir de todos
sus cargos revolucionario y de la propia ciudadanía cubana y únicamente se
llevará a un grupo de fieles pobremente armado, por tanto, fue una empresa
privada promovida por los sentimientos, por los ideales del guerrillero
argentino pero jamás fue una empresa cubana. Cuba, nunca intervino directamente
en las décadas de los 60 y 70 por respeto, precaución ante una contraofensiva
estadounidense ya que la maquinaria que ha hecho sobrevivir a Cuba ha sido
defensiva nunca ofensiva.
Sin embargo, esto no quiere decir
que Cuba no interviniera, pues tuvo una amplia vocación internacional, y es que
el régimen castrista siempre propuso, y propone, la colaboración y asistencia
técnica a aquellos pueblos que intentasen solucionar sus deficiencias
económicas y sociales.
Por tanto, hemos visto, como
Cuba, a pesar del bloqueo internacional impuesto por EEUU supo moverse y
abrirse al exterior gracias en parte, al apoyo soviético, por ello, cuando la
URSS se hunde en 1989, Cuba, está a punto de ser arrastrada por su antaña
protectora. Cuba paso unos tiempos de retroceso en los cuales parecía que en
cualquier momento, el gobierno norteamericano ganaría este duro pulso que
mantiene con la pequeña isla caribeña, sin embargo, de nuevo el régimen castrista
supo mantenerse a flote en unos tiempos oscuros gracias al apoyo exterior
(China, Irán, etc) y, en estos últimos tiempos, parece que de nuevo adquiere
una fuerte importancia internacional al convertirse en la cabeza de un nuevo
frente antiimperialista, nacional y latinoamericano que ha venido a surgir en
Latinoamérica (encabezados entre otros por Hugo Morales o Hugo Chávez) y que ya
adelantó Fidel Castro cuando dijo: “nosotros seremos el eje que
una el ayer y el mañana, un nuevo frente antiimperialista”.
José Angel Castillo